Yully H

La arpillera en palabras de Yully H

Mi arpillera se trata de una partecita de mi vida aquí en Chile. Cuando recién llegué, puse un puesto vendiendo fritanga. Empanadas, papa rellena, chicharrón, chuzos de carne, de todo un poquito. Empecé a trabajar en una empresa de aseo también, pero nunca dejé la fritanga. Me iba súper bien. Después, por la pandemia, por el frío, bajó demasiado. Estoy pensando ahora en hacer desayunos. Me levanto a las seis de la mañana, a las siete ya el fuego está prendido para que los niños vayan al colegio con una masita, un líquido.

La historia de Yully H

Yo tengo dos mamás. La que me parió y la que me crio. Era la hermana de mi mamá. Ella siempre hacía comidas para fiestas, pasteles, decoraciones, arreglaba uñas, arreglaba pelo. Yo de ella aprendí todo eso. Esa fue la herencia que ella me dejó. Entonces yo llegando aquí a Chile dije: "Hay que meterle a la cocina".

Soy de Buenaventura, pero me gusta mucho viajar. Siempre he sido como un cusumbosolo [independiente y auto-suficiente]. Estuve en varias partes allí en Colombia y después me fui para Perú. Conocí muchas partes de Perú, hasta que me quedé en Tacna. Y en Tacna me decidí a venir acá para Chile.

Me quedé trabajando aquí con una visa sujeta a contrato, y con eso me tocaba durar dos años con el mismo empleador. Tuve un rollo que me robaron una plata de 6 meses de trabajo. Además, me tenía hasta el cuello mi jefa, nos gritaba a todas. Ahora entré a otro trabajo y hasta ahora bien. Me han felicitado por el buen trabajo.

Tengo dos niños. Un niño y una niña. Les mando mensual y hablo con ellos todos los días, todos los días. Allá en Colombia no les puedo brindar nada. El sueldo de allá no da para uno pagar el arriendo, la comida, darles el gusto a ellos.

El papá de mis hijos está muerto. Ya va para dos años desde que lo mataron de una bala perdida. Cuando se murió, imagínese, la gente muy triste porque era una persona muy alegre. Él vendía verduras o compraba chatarra a caballo. Era la adoración de sus papás. A los dos meses se murió el papá, el abuelito, de pena.

Ahora mis hijos quedaron con la abuelita. No más quiero que ellos estudien, que aprendan. Pienso comprarles su casita ahí mismo en Cali, ponerla a nombre de los dos.