
Dalia Arguello
La arpillera en palabras de Dalia Liseth Argüello Mosquera
Mi arpillera tiene en la parte de arriba los colores vivos de mi país. Esta casa es donde vivíamos cuando éramos pequeños. Al lado de la casa había un río y en el patio había un árbol grande con un columpio. Ahí jugamos mucho con mis dos hermanos, quienes están representados aquí. En la parte de Antofagasta está el cerro. Hice casas pequeñas que representan los campamentos donde vivimos, y la que se encuentra ahí es mi madre, quien está muy dedicada a la organización del campamento. Y aquí el mar, porque desde el cerro miramos hacia abajo y vemos mucho mar. Eso es muy bonito.
La historia de Dalia Liseth Argüello Mosquera
Mi esposo lo conocí desde que tenía 11 años. Ya llevamos 18 años juntos. Yo llegué aquí a Antofagasta con 23 años. Mi hijo tenía como seis, siete años. Mi mamá ya estaba acá y me dijo que viniera. Vinimos en bus directo desde Cali. Éramos 40 personas. Es tan largo el viaje que todos nos hicimos amigos—bailamos, hablamos, reímos.
Cuando íbamos entrando en bus a Antofagasta, se me hizo tan extraña la ciudad. En mi país dicen que hay campamentos así, pero yo nunca había vivido en uno ni los había visto. La primera impresión es dura. El plan mío era visitar e irme luego. Pero en el camino van pasando cosas, quedé embarazada. Ya llevamos seis años y no hemos ido ni una vez a mi país.
Tenemos una cultura muy diferente. Colombia es un país pobre, pero para la fiesta, es lo mejor. No hay plata ni para comer supuestamente, ¡pero para la fiesta sale plata! El primer año acá, hubo una fiesta en el colegio de mi hijo. Con mi marido pusimos la mejor pinta. Arreglé el cabello, me puse un vestido largo, una cartera, todo bien elegante. ¡Cuando llegamos allá, las mamás estaban en chanclas [chalas]! La fiesta era que había que ir a picar tomate para hacer completos.
Acá tengo mis documentos, tengo trabajo, y en este momento hay gente que no tiene nada de eso, así que yo agradezco. Pero hasta ahora a mí no me he gustado mucho la experiencia. Me dio el síndrome del túnel carpiano debido a mi trabajo en aseo. Me programaron para cirugía. El traumatólogo me dio un papel donde no me deja hacer ningún tipo de aseo.
Mi marido ahora está en España y pensamos irnos todos. Igual aquí traté de hacer mi hogar. A pesar de que no es muy bonito, no es mucho, ahora que pensamos en irnos, a uno le da apego.
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